No entiende el salón repleto en el que hoy eligió romperse el aire y, aun así, con los 40 grados que hace desde las 9, nadie se ha levantado de su silla.

No entiende a las amigas de mamá que pasan a esa mesa y de camino ya van llorando. No sabe ella que esto ya pasó, de norte a sur, de este a oeste, en toda la provincia. Que todas y todos rompieron en llanto, que a todos y todas los esperaba un abrazo… o muchísimos. Que a todos y todas les cambiaba la vida a partir de pasar por esa mesa larga. Que lo esperaban y lo sabían.

No sabe ella que la gente de esa mesa larga mil veces se peleó a morir, pero que hoy le meten porque cinco mil novecientos noventa y nueve personas como su mamá son mucho más importantes que cualquier diferencia.

No sabe, ni idea tiene, que nenitos y nenitas como ella hace 36 días que ven a sus mamás, a sus hermanas o hermanos, a sus papás, solo alguna hora al día porque “estamos de Concurso” y dar apertura a las 8 implica salir a las 4 de casa; y dar cierre a las 21 implica volver a la 1…

Papá le dijo que era un día importante e hicieron un cartel para mamá.

No sabe qué es titularizar, pero mamá se levanta y también pasa a la mesa larga. Y le sacan fotos. Y su grupo de amigas están re locas, y aplauden, y gritan cosas lindas, y lloran. Y mamá también llora. Firma y llora. Y la abrazan mil brazos, y llora. Y ve el cartelito y llora aún más.

La nenita no sabe. Pero parece ver hacer goles de Messi tanta alegría. Será así. Como la alegría del gol. Pero dura más.

La nena vio una. La titularización de su mamá.

Yo tuve la enorme fortuna de ver 6.000. Y no me da más el corazón de tanta alegría.

Mil historias escuché. Cada lágrima a la que César Pibernus y yo le hicimos fotos lloraba por una mochila distinta. Mochila que, creo yo, hoy pesa menos.

Les deseo a todos un laburo tan lindo como el de ser testigo por 36 días de la gigantesca felicidad de la estabilidad laboral.

Les juro, posta, es como ver festejar seis mil goles de Messi.